Javier Dorado, Director Ejecutivo de Legados.
La esfera pública española está saturada de grandes cumbres, declaraciones de emergencia y pactos de Estado fallidos. La 30º Conferencia de las Partes (COP30) que se ha celebrado recientemente ejemplifica esta dinámica: una concentración de poder, decisión y foco que, irónicamente, suele diluirse al chocar contra la realidad de los territorios que se pretenden gestionar.
Este patrón no es nuevo. Lo vimos, de forma especialmente notoria, con el Pacto de Estado por la Emergencia Climática. Un intento bienintencionado, en apariencia, pero que en la práctica ha demostrado ser una maniobra de intencionalidad táctica más que una visión estratégica genuina. Un verdadero Pacto de Estado por la vertebración y conservación territorial de España exige durabilidad y consenso, debe trascender el ciclo político y ser para el país, no del gobierno de turno. Cuando estos grandes acuerdos carecen de anclaje territorial y se perciben como una imposición, su destino es el fracaso o la irrelevancia a largo plazo.
El problema radica en una desconexión fundamental. Se legisla y se pacta sobre la España real –la España rural, la agroganadera, la forestal, la pesquera, la que gestiona el 80% del territorio– sin integrar a sus protagonistas en el proceso constructivo. Se diseñan políticas para la conservación del suelo sin hablar con quienes lo cultivan. Se discute sobre «emergencia climática» ignorando a quienes han conservado el paisaje durante generaciones.
Frente a esta inercia, el Foro Reconcilia España emerge como un antídoto necesario. Su propia existencia es una crítica constructiva a la vía actual: propone que el verdadero progreso y la vertebración del país deben construirse de abajo hacia arriba.
El enfoque del foro no busca una nueva etiqueta grandilocuente, sino la reconciliación práctica entre el sector productivo y el sector conservacionista. Se trata de reconocer a los guardianes del territorio –agricultores, ganaderos, pescadores, cazadores, ingenieros…– no solo como beneficiarios o sujetos de normativas, sino como los arquitectos principales de la solución.
Cuando una política pública nace de la conversación en el terreno, y no solo en los despachos, adquiere una legitimidad y una viabilidad operativa que es imposible lograr con la fórmula actual. Es un enfoque estratégico, más complejo que una única agenda global para todos, pero que se sustenta en la inteligencia colectiva del territorio. Solo esta vía permite que la conservación y la productividad dejen de ser polos opuestos y se conviertan en los dos pilares de una única política de Estado.
El Foro Reconcilia España no es solo un encuentro; es una invitación a la sociedad civil y a los actores económicos a tomar las riendas de un debate secuestrado por la dialéctica política y la burocracia. Es la demostración de que una política de Estado para la sostenibilidad y la cohesión territorial no necesita esperar a un acuerdo político que nunca llega; puede, y debe, nacer de la fuerza y el conocimiento del terreno. La presentación de este Foro es el punto de partida para transformar la táctica en una estrategia nacional duradera.
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